El llanto de las tortugas

Cosme y Mónica viven con sus hijos en Bahía de Kino, un pueblo pesquero en Sonora, México. Tienen alrededor de 50 años y sus pieles están curtidas por el sol. Hace algunos años, su vida cambió por completo al volverse incapaces de matar una tortuga marina y dejar de ser depredadores del mar –como se autodenominan–. Cosme ahora trabaja como capitán en una escuela ambientalista y junto a Mónica fundó El Grupo Tortuguero, colectivo encargado de censar y cuidar tortugas marinas. Cono, el primogénito, está en una encrucijada ya que heredó de sus padres el amor por el mar y su cuidado, sin embargo, aún tiene que sacar del mar todo lo que pueda vender para poder vivir y mantener a su joven familia. Él todavía tiene que ser un depredador.